La intención de pasar un fin de semana en casa se vio perturbada aquella noche cuando te conocí.
Entré a ese lugar desconocido donde la música alteraba la atmósfera. El bullicio de la gente te impedía tener una buena plática y decidí alejarme lo más que pude. Me sentía fuera de tono, era como estar en otra dimensión, en un sitio al que no pertenecía. Entonces, sucedió.
En medio de todos yo no escuchaba nada, como si se me taparan los oídos dejé de atender… transporté mi mente a otro espacio mientras me rodeaban los desconocidos. Mis ojos exploraron todo el espacio hasta que se encontraron con los tuyos. Nos miramos, te acercaste poco a poco y rozaste mi piel con tu mano, moviste mi cabello lentamente y susurraste a mi oído: «Olvidemos la fonética, deja actuar al lenguaje corporal».