Personajes:
Yadir.
Minerva.
Yadir está sentado en la orilla de un abismo, la ventana en la que Minerva lo dejó viendo el movimiento de las estrellas. Minerva ha regresado con alas en los ojos y en el rostro. Lo abraza despacio recorriendo su espalda. Él olvidó cómo hablar o nunca lo supo.
MINERVA.–(Le dice al oído.) Tus ojos son como la ciudad de Petra: una tierra que ha decidido callar. Incrustada en la montaña, construida por una historia de manos que la descubrieron entre las piedras.
Yadir clava su mirada en el sol que nace. Un amanecer que es el de él mismo, después de los tiempos. Minerva le acaricia el rostro.
MINERVA.–El tiempo dejó en ti túneles de arena y sal. Ese mar de tu belleza antigua dejó memoria de su existencia en mis huellas.
Yadir sienta a Minerva junto a él en la ventana. Ambos miran el acontecer luminoso del sol. Minerva llora. Yadir recorre suavemente su piel lechosa.
MINERVA.–Desde que comenzó el sol a moverse decidiste proteger a los ancianos. Eres tan viejo como lo que gira y se mueve más allá de los nombres y las estaciones. Compárteme tu sabiduría… regrésame al principio de las cosas.
Yadir la besa con un deseo que deshace las durezas del correr interminable de los segundos. Minerva le corresponde sedienta de ese mar escondido. Ambos miran por la ventana. Yadir, ahora con plumas en el rostro, se va. Minerva se queda mirando en silencio cómo pierde sus propias palabras en el cielo y se convierte lentamente en montaña.