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Pocas semanas después

Éramos amigos, la complicidad nos fue acercando cada vez más hasta que ya no hubo retorno.

Valeria llegó a mi casa pocas semanas después de que Cecilia murió, la soledad de la casa me parecía insoportable, los pasillos siempre se me hicieron lugares tétricos y el desconsuelo me hizo invitarla a pasar.

Aunque estaban las habitaciones y los otros espacios, primero se quiso quedar en el sillón, serían pocos días.

Empezamos a adquirir el hábito de caminar por las mañanas y charlar por largo tiempo. Luego, al regresar a casa, ella se quedaba y yo salía hacer mis cosas.

Sin darnos cuenta fue apropiándose de los lugares de la casa: el jardín, la cocina, los pasillos.

La tristeza por Cecilia regresaba a ratos, intentaba no pensar, no recordarla; a veces lo conseguía.

Con el pretexto de la soledad llevé a Valeria hasta mi habitación y hasta mi cama. Habíamos creado lazos y su cuerpo era deliciosamente parecido al de Cecilia.

Aquella noche, mientras su sueño era profundo la mordí despacio, gritó un poco pero estuvo bien porque la soledad de la casa era insoportable, su forcejeo fue estéril.

Éramos amigos, la complicidad nos fue acercando cada vez más hasta que ya no hubo retorno.

Luisa llegó a mi casa pocas semanas después de que Valeria murió.

Escritor. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Obtuvo el premio José Emilio Pacheco, en el área de poesía, así como la beca Edmundo Valadés para publicaciones independientes, en 2004, 2005 y 2009. Actualmente es editor de la gaceta de literatura y gráfica Literal, y de sus distintas colecciones.

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