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Prurito de tribulación

No no sí, no
Bueno, puede ser, pero tendría que analizarlo
Necesito al menos otra semana para confirmar el diagnóstico

Veía telarañas de sangre
Partículas suspendidas en la acuosidad de su interior
Rasgaba
Rascaba
Pero nada le quitaba la sensación de que algo más le indicaba por donde mirar

Estaba acostumbrado a mirar bajo la lente de un microscopio
Juzgaba cada una de las partes por igual
Pretendía ser lo más inquisidor posible
Hasta que no le quedo de otra más que sumergirse en la propia barbarie

Su juicio ahora estaba arranciado, envuelto en ideas que no lo dejaban más que mirar la superficie, hundiéndose, sin querer, en su propia podredumbre… las palabras venían de las tripas, del arranque de las emociones primitivas. Su hígado era el actor intelectual.

Entonces encontró la forma de mediar la situación. Una copa de alcohol como dosis diaria cada cuatro horas o luego de media hora de verborreas que le dejaban sin saliva.

Todo era una mierda, un ente que lo absorbía y que, no obstante, lo hacía sentir más apegado a la finitud de su globo ocular.

Ahora mis ideas son tan básicas y absurdas que puedo, al fin, volver a sentir la mirada de quien me desea.

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Escritora. Escribe para no olvidar(se). Escribe recordando que las letras divagan entre libros e imágenes, por eso se apresura a aprehenderlas. Escribe porque le atraen los instantes. Escribe porque le desespera esperar. Escribe aunque su letra sea todo menos bonita.

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