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Te sigo escribiendo una carta.
La guardo cuando me sale un te quiero. La rompo cuando pienso en irme.
Escritora. Cafeinómana, observadora, insomne. De ser trapecista caminaría todo el tiempo por las orillas.
No pares, ¡sigue leyendo!
Oí a lo lejos el escandaloso cencerro de esa vaca, de esa pinche vaca de pestañas enormes y de ubres colgadas. Y dulces…
Lo reconocí mucho antes del amanecer. La luna entraba voraz por la ventana, pero no lo iluminaba; lo sentía aunque no pudiera verlo…
Lo comentó la noche anterior en el bar y todos, incluyendo a Gregorio el mesero, opinaron. «¡Pero es algo descabellado!», dijo Cristoph. «¿Y…
Hoy calla el arpa de la sensación, corre el tempo celerísimo latir sincopado. Espera, caja de ecos y resonancias manos que pulsen el canto cuidadosos dedos que templen