A mi cariño que todos las mañanas me levanta con un beso.
Pareciera que no he comido en meses. Todas las mañanas me levanto con un hueco terrible arriba del ombligo; es como un vacío, un vacío que no llena ni el pan.
Mi abuela decía: “Está enamorada, por eso está tan flaca”.
Mi madre decía: “Seguro tiene bichos, por eso come y come y no engorda”.
Me recuerda que cada que pienso en ti me como un chocolate, nomás para sentir el placer, porque me gusta pensar en ti.
¿Será que el amor te quita el hambre? O ¿será la angustia de saber que te amo y que algún día, sin querer, podrías irte lejos y dejarme, entonces sí, a punto de la muerte?
Aún no logro relacionar el vacío, sólo sé que desde que te veo, el hueco se llena de mariposas y revolotean tan fuerte que hasta ganas de vomitar me dan. Curioso caso que el estómago y el corazón se lleven tan de la mano, y ¿a quién le haces caso?
Pues ni al hambre ni a los bichos, este vacío sólo se llena con amor.