No dejes para tu boca lo que debes escupir, para tus ojos lo que debes llorar ni para tus oídos lo que acabas de escuchar. Desprende de tu ser todas aquellas injusticias que atestiguas noche y día. ¿Quién eres tú para no gritar tus malestares? ¿Quién te dijo que existe una persona que puede controlarte? ¿Quién te prohibió expresarte?
No dejes que tu apatía se convierta en coraje y permite que tu libertad, tu claridad mental te lleven con alguien más, uno más, dos más… porque la unión se fortalece más con la afinidad.