Todo era cuestión de tiempo, de plazos cumplidos y nuevos desasosiegos.
Siempre era así, no importaba cómo eran los sueños ni cuáles los deseos, nunca se haría mi voluntad.
Y así, la vida, simplemente la fe ciega, las preguntas muertas, las dudas desvanecidas.
Por eso cierro los ojos, no importa lo que pase, ni lo que pese, esa piedra debe llegar a la cima de la montaña.