Mis manos han vivido más que yo. En ellas deposito mi confianza. ¿Si no fue con manos expertas, con qué?/El demiurgo nos moldeó. Recoges la flor hermosa de temblorosos llantos. Entre tus manos la tomas y alzándola dices: «Se abren los pétalos, dejando al descubierto el núcleo de su majestad flor/Porque confían plenamente en la bondad del sol». Si llegara a picarte una abeja el dedo, ¡muérdetelo! Que no te duela que lo tengas inerte. Tras la parábola del arcoíris corre/Donde los dedos del demiurgo chapotearon alegres para darnos color.
Escritor. Se dedica actualmente a hacer sándwiches con el cubre y porta objetos. En el laboratorio analiza muestras de su propia saliva para observar paisajes que luego describe literariamente.
Miau
En un suspiro de sangre concluye el vuelo del gato sin uñas. Sus pulmones de felpa nunca maullaron por última vez. Su astucia…