Me dispararon al cruzar su espacio aéreo.
Al encontrarme me levantaron y me dijeron que no las necesitaría más. Tomaron mis dos apéndices de luz y me aseguraron que los hombres no podían mantenerse en el aire.
Me confinaron a un cuerpo.
Me asignaron un género.
Me insertaron en alguna rama taxonómica de los mamíferos.
También me condicionaron a ser bípeda y a tomar un avión cuando quisiera desplazarme en las alturas.
Luego me dieron un manual, instrucciones de cómo desempeñarme en el mundo moderno y evitar lo que ellos definieron como insuficiencia.
Asumo que algún día esto sucedió como lo detallo porque algo se me quiere salir por la garganta cada vez que miro hacia el cielo.
Yo fui esa ave que acaba de cruzar enfrente de mí.
Y fui viento.
Sigo siendo luz.
Energía.