Este escrito podría tratarse de todos los malentendidos vividos sólo por no decir lo que piensa. También de todo aquello que no se ha dado oportunidad de sentir.
El tema en sí podría tratarse de aquellas primeras experiencias en las que siendo niña se enfrentó a otros diferentes a ella. Todos los temores y patrones en torno a esas palabras se habrían forjado a partir de sus primogénitas relaciones en torno a la tensión.
Podría ser la apología ofrecida a todos aquellos a los que les debía palabras o tiempo, pero sería igual a ser juez y parte en un tribunal donde se ha dado sentencia.
Pensó también en aquellos comportamientos que se esperan signifiquen vivir esas palabras; ambas partes ceden algo porque ese absoluto les sobrepasa. Según ella, su intolerancia llega a ser tal que abarca a la lactosa. A él lo quiso pero no a su manía de tirar los restos de comida debajo de las mesas, mucho menos su despreocupante actitud hacia el polvo en los muebles, a las manchas en el piso.
Pensó en escribir desde el presente, donde las canciones no significan más que una bonita composición en torno a ello. Pensó también en febrero, en junio, en este sábado y en el reencuentro con él y su robusta y nueva figura, en aquella amiga y su distanciamiento, pensó también en esa frase durante el sueño: «¿es el alivio por lo que no fuimos o el alivio de lo que dejamos de ser?».