María se reencontró con José luego de 10 años. Tal vez debió intuir que la combinación de sus nombres estaba destinada desde que nacieron; el mismo mes, el mismo año.
Ella se maquilló discreta, un atuendo sencillo. Porte relajado, la mente en blanco, dispuesta a dejarse llevar por José.
Él, poco nervioso, loción ligeramente perceptible, un libro en el brazo pues su intuición le dictaba que María lo haría esperar…
Y así fue, María se enamoró de José luego de 22 semanas de citas tranquilas, la noche que él tomó su mejilla y la besó dulcemente, como hacía tiempo nadie lo hacía.
Mientras él postraba sus labios en ella, María cerró los ojos, viajando mentalmente, lejos a otras galaxias que vio en documentales, que no conocerá pero imagina… Regresa del viaje, su cuerpo se mantiene fijo; ahora su mente se sitúa en su rostro, una vista aérea, pensando en su semblante, el rostro que José deja después de lograr darle segundos inmensos de felicidad.