Desde aquella última vez que me dejó con los labios estirados, como quien estira la mano esperando un saludo, no nos habíamos visto. Yo a veces me la imaginaba, o sea, a veces siempre, porque al primer amor no se le olvida. Fuimos novios a los quince años. A los quince, ella sabia, sabía besar; a los quince, ella sabia, sabía soñar; a los quince, ella sabia, sabía abrazar; a los quince, sabía sabia su saliva. Seis años pasaron sin vernos y ahora, a mis veintiuno, sin buscarla me la vuelvo a encontrar. Todo en ella sigue igual. Los pelos necios de siempre, las uñas mordidas, los dedos pellejudos, los gestos característicos en su eterno rostro, la pinta tan de Lily Allen de su indumentaria, sus gustos musicales, sus tres comidas, su letra, sus líneas viejas en la planta de los pies, sus vicios, traumas, costumbres, quejas y hasta la forma en que dice hola, siguen siendo iguales. No sentí nada al verla, ni gusto, ni pena, ni tristeza. Sé que siempre la voy a querer, sé que siempre va a haber algo entre nosotros, sé que no vamos a terminar juntos porque así no va nuestro cuento, sé que es feliz porque lo noto, sé que sólo me cuesta trabajo seguir adelante en estos instantes donde por alguna casualidad me la vuelvo a encontrar, sé todo esto porque sólo con verla la vuelvo a conocer, y sé que no aceptará nunca ni mi solicitud ni mi amistad.
Soñador. Escritor con los ojos abiertos. Mirada en la espalda. Aprendió a vivir las calles, los buenos tacos y el sudor de las mujeres. México es un puñal clavado en su espalda.
Diseñadora gráfica e ilustradora del instituto departamental de Bellas Artes de Cali, Colombia. Creo y dibujo cuanta cosa se me ocurre y aquí se las dejo esperando que las disfruten.
Antes de la lluvia
Avanza el calor sobre las piedras, la flor perseverante y serena, abre su corona. Luego, inicia la tempestad.
Sorpresa
Un destello de luz rebota en la superficie de la mesa y luego va a estrellarse contra el ventanal de la cafetería, produciendo…
Grasa natural
Tuve la pesadilla de nuevo. Esa en la que mis huesos son mi única pertenencia, en la que todo mi cuerpo es puro…
Pero ya era tarde
A los dos años de edad, cuatro momentos quedaron para siempre en su cerebro como gifs perpetuos y palpitantes que habría de recordar…