Anclado debajo de mis cejas.
Mis ojos hacia adentro recuerdan tus ojos.
Olvido. A diario te olvido.
Mis noches ausentes de tu cuerpo dormido.
El insomnio me agota, me grita, me ciega.
Mis pasos deambulan vacíos en esta ciudad.
Recorro caminos de tierra, me hundo en el barro, suspiro.
Despiertas, me hablas, sonríes.
Mi mente traza diagonales y todas conducen a esto.
Mis pensamientos crecen, tocan el cielo.
Las idas y vueltas en silencio le dan a mi cabeza el tamaño de un volcán.
Estás aquí enroscado, amarrado a mis venas, escondido en mi pelo, haciendo nubes de humo con tus besos de hierbas. Estás acurrucado entre las siete de la tarde y las dos de la mañana, recordándome lo que podría haber sido.