La marca del músculo del brazo estirado y en tensión por toda la fuerza que requiere ponerse de pie. La cabeza pesada de tanto insomnio, estira el cuello hacia abajo. Es el último momento entre el día y la noche, el último punto de silencio antes de comenzar el día. Antes de retomar la vida.
Las ventanas de la casa están llenas de huellas de grasa de los dedos. Marcan cada lugar en donde apoya las manos al acercar la cara al vidrio. Asomarse antes de retomar la vida. La marca del vaho que deja su aliento en el cristal desaparece demasiado pronto. Hace frío y hay que salir.
Abrir la puerta para encontrar el mismo camino cada día. Cada día sin retorno. Cada día retomar la vida y volver a casa por la noche. Intacto, porque el tiempo no pasa, no ha pasado. Se detiene sobre la cama, saluda al insomnio, dobla las piernas. Nada se mueve, nada se estira. La ventana tiene las marcas de sus dedos en el vidrio.