Hay momentos cuando el cosmos se detiene y se calman sin obstinación las aguas eternas de la existencia y la brisa húmeda de la vida corta su aliento y toda partícula, todo átomo, toda mirada, todo pelo queda en suspensión; la materia de la realidad queda flotando en algún intervalo de tu vida, en algún segmento infinitesimal quedan flotando los fotones como peras al viento tibio y sabés que nunca vas a olvidar ese momento de tu historia, cuando el ardor con que quema la luz de los millones de soles del universo dejó de quemar los minutos para vos.
Y es esa certeza, la de haber detenido esa expansión descomunal, la que te hará seguir, la que te hará continuar en este vértigo orgásmico con la risa bajo los párpados, con la boca dispuesta a oír los susurros recios del universo.