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Con los hilos de fuera

El azar domina los hilos de los que cuelga el destino. No se sabe si es el dedo gordo del pie izquierdo lo que le lleva a caminar en esa dirección. O si es la espina dorsal lo que hace que mire al cielo cada tres pasos por si alguien desde arriba lo estuviera siguiendo. De ser así, lanza unas veces una mirada amedrentadora para que lo de arriba tenga que hacerse el disimulado y voltear a otro lado. Otras le pone una cara como de perro perdido, pero esto sólo lo hace para despistar. No está perdido, va colgado de esos hilos. Claro, cuando camina la gente lo ve raro: es el único que va con los hilos por fuera. Y eso hace que en vez de caminar más bien rebote. Va de arriba a abajo dando saltos en vez de pasos.

Lo que pasa en realidad es que es un tipo radicalmente honesto. Les digo que va con los hilos de fuera. No pretende ser libre, ni siquiera tener un paso firme con la mirada en el horizonte del éxito. Va por ahí, por donde puede pasar sin cortarse los hilos. Los ojos abiertos como de plato por si algún manjar decide servirse a su vista. Él va por ahí, con una sonrisa entre boba y socarrona con los hilos expuestos ante cualquiera. Con todo y que esos hilos son hebras de azar de las que pende el destino.

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Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
Tras ganar su primer premio en efectivo, cambiarlo por brandy y cerveza y beberlos con sus rivales, descubrió su pasión por las letras y que la sopa en realidad sí es un buen alimento ...
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