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Abrir los brazos

Tú eras esa vuelta de la memoria, esa semilla que me germinaba en el bolsillo de la camisa. De tus manos me nacía el instante, aquella forma que tiene la eternidad para atraparnos. Y yo quería salirme, escapar de toda posible redención, dejar atrás ese pasado lacerante que era la melladura de tu lágrima incurable.

Tú eras la sed, la dentellada en la pierna, el universo agolpado en el ojo de una aguja.

Y yo queriéndome escapar de todo, huir de ese lugar donde crece la desesperación, donde la angustia se construye como un lazo movido por el aire del que no alcanzo a asirme.

Los nervios se me aterran, los pies se me aploman, los ojos se me llenan de legañas herrumbrosas y todavía no sé cómo salir de esta ilusión que me sigue gravitando.

Saltar fue simple. Era necesario hacerlo. Volverme un fugitivo eterno de tu cabello, segar cualquier necesidad de volver. El consuelo es apenas este aire, apenas este piso que se acerca y viene cada vez más rápido. El techo se va quedando arriba.

Yo abro los brazos.

 

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Escritor. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Obtuvo el premio José Emilio Pacheco, en el área de poesía, así como la beca Edmundo Valadés para publicaciones independientes, en 2004, 2005 y 2009. Actualmente es editor de la gaceta de literatura y gráfica Literal, y de sus distintas colecciones.
Ilustrador.
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