Skip to content

Estampas de los días que pasan

Por fin el papel arroz está tendido, abierto y listo para llenarse con unas hebras de tabaco. El papel se deja dar forma, se deja envolver y manosear. Los dedos se pasean por un exterior recién nacido, juguetean hasta hacer ese cilindro maltrecho lleno de final del día. El cigarro está forjado y es hora de dar paso al fuego.

Y es el olor del café lo que me despierta esta mañana. Me tengo que levantar. El café espera. Fluye de la cafetera a la taza esa catarata perfecta de empecemos de nuevo, de aquí voy como siempre. Pego los labios al borde de la taza y bebo. Me dejo llenar.

La lluvia cae todas las tardes en estos últimos días. El vidrio de las ventanas la atrae y se le ha hecho vicio. Se escurre, se pega al cristal, rueda atrapada en un orgasmo lluvioso y escurridizo. Goza bajándole el calor a las tardes.

El claxon de cien carros al unísono, la peor orquesta que jamás se ha formado. Nadie va ni viene, y la calle está perdida. Quizá si esperas unos minutos aguantando la respiración, un trocito de pavimento se asome. Pero los carros bufan y se precipitan sobre él. El pavimento se distiende bajo el calor de las llantas. Quisiera huir.

 

Loading
Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
Ilustrador. Diseñador Gráfico e ilustrador nacido en la Ciudad de México en el año 1987, diseñador de profesión e ilustrador por amor a ese arte. Ha participado como invitado ilustrando carteles para diferentes eventos. En sus ilustraciones trata diferentes temas que van desde la ciencia ficción hasta temas esotéricos. En gran parte de su trabajo incluye cráneos ya que según el autor “el cráneo es la parte más honesta, contenedor del ser y el espíritu”. Su trabajo principalmente es en blanco y negro utilizando tinta china, estilógrafos y pinceles.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

La tisana de Luisa

Tempestad

Dejó de llorar cuando le quedaban doce lágrimas para secarse por completo. Días después de ver como moría cada uno de sus recuerdos,…

Volver arriba