La persecución comenzó en las primeras horas de la mañana. Los hombres ya tenían ubicada a una manada que persiguieron, kilómetros mar abierto, con barcos y helicópteros y arpones. Lograron acorralar al grupo en una bahía. En el proceso de la captura, algunos integrantes fueron heridos y el resto rodeó al barco más grande en el que las crías levantadas emitían gritos mientras las encamillaban. Los helicópteros las trasladarían a unos tanques de 61 metros de largo por 30 metros de ancho y once metros de fondo. Su educación estaba planeada. Saltarían aros, moverían pelotas con el hocico y cargarían a personas en el vientre. Cuando llegaran a la edad reproductiva, serían inseminadas. Sus crías también podrían vivir en otros parques acuáticos donde recibirían la misma educación.
Vendrían los aplausos.
Los juguetes.
Cientos de fotografías del recuerdo.
Las aletas dorsales caídas, años después.