Skip to content

Ajúa

Oí a lo lejos el escandaloso cencerro de esa vaca, de esa pinche vaca de pestañas enormes y de ubres colgadas.

Y dulces.

La bestia se me acercó. Hice una mueca de fastidio y ella hizo una mueca incomprensible. Se acercó más y me untó su baba espesa y herbácea, me impregnó su olor a flor y a caca al aire libre, a campo, a nube arriba, a calor de invierno y a travesías encantadas, a lejano abrevadero, a coz, a cópula animal, a ordeña, a leche, a carne, a alimento, a cornada.

Se me acercó un poco más y no pude evitar prometerle que un día de estos le compraría un rancho.

 

Loading
En una vida anterior fui encargada de un videoclub en Ciudad Juárez, actriz de teatro: bolero, ángel, diabla, preciosa ridícula, cantante, abogada, mujer fatal, vividora, loca, desahuciada, princesa, bruja, rata bailarina, niña, niño, tortuga, anciana…; modelo, ayudante de un mago y faquir, vendedora de amuletos cósmicos en ferias del pueblo, vendedora de tiempos compartidos, asistente de un psiquiatra bebedor, mesera con escote amplio, telefonista de call-center, paseadora de perros, guionista, correctora de estilo, redactora publicitaria y estratega de contenidos web. Ahora vivo reencarnada en mí.
Ilustrador. Soy Mauro Ruvalcaba, diseñador mexicano, amante del papel y las telas. Me gusta tejer cuando voy caminando, jugar a la cartomancia y andar en bici.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

El péndulo

Incertidumbre

Después de la náusea vinieron los mini vómitos acompañados de una perpetua agonía en el estómago. La diarrea se había vuelto una constante,…

Una parte de mí

Pena

Siempre lucía orgullosa con su corona de nieve, oteando el horizonte, vigilante y maternal. Dejé en sus faldas aromadas de tierra y lluvia…

Volver arriba