Es durante el primer trimestre de gestación que se fija el signo al que se pertenece. En el horóscopo Suidae se cree que este se determina según la música que oye la madre y lo que come el padre en un momento específico, el cual se calcula a partir de un complejo algoritmo que involucra la fecha de nacimiento de los abuelos y el tamaño del pie de las abuelas, y se divide entre la fecha en la que se espera el parto. Otros factores que influyen en este cómputo es el minuto en que la pareja, al momento de concebir, llegó al orgasmo y la manera en que lo hizo. En caso de ausencia de clímax, se debe multiplicar la fecha de nacimiento por el número de veces que los padres intentaron procrear. Lo cual lo hace más tardado, retraso meritorio de la circunstancia.
Este método, por inexacto que parezca, ha revelado el destino de un número reducido de personas que se han lanzado a averiguarlo; quienes lo logran coinciden en que es totalmente innecesario pero que, una vez obtenido, la vida cobra un sinsentido fantástico: pueden relajarse y saber que las estrellas no se ocupan de ellos. A partir del día siguiente del descubrimiento, viven desde esa metamorfosis. Y se lanzan a hacer las cosas como quieren hacerlas. Es una liberación, coinciden de nuevo, el resultado de mucho tiempo desperdiciado en pesquisas inútiles que les muestran que todo depende de un número.