Enfermo del ánimo, detenido en el lugar más árido del espíritu, miro cómo la oscuridad va ganando peso en el horizonte intranquilo. El tiempo está ahí, es un campo fértil; pero el desánimo nos hace permanecer aquí, inmóviles, observando impasibles cómo el tiempo se va llenando de polvo y nos sepulta como esas palabras brillantes que jamás se pronuncian.
La oscuridad avanza, la lejanía va descomponiéndose en sus últimos magníficos colores como una estrella de diamante enfermo.