Skip to content

Con todo el amor de mi hemisferio derecho

¿Me amarías tanto hasta que se te duerman las manos y sientas que no volverás a sentir nada más que no sea mi mano tomando la tuya, apretándola fuerte hasta que no haya presión y deje de latir tu corazón?

¿Me amarías tanto hasta que tus ojos se sequen de tanto mirarme sin parpadear, incluso hasta perder la vista para reconocerme tan sólo con la energía de mi presencia?

¿Me amarías tanto que tu aparato nervioso sucumbiera con solo posar tu boca sobre la mía sin darnos un beso, sólo rozando nuestros labios, aspirando nuestro aliento como si no hubiera más oxígeno para respirar?

¿Me amarías tanto así? ¿Me amarías siquiera?

Yo a ti sí; yo te amaría todo el tiempo aun sin cuerpo, sin alma, sin cerebro. Con todos los bordes de mi médula espinal, soportando cada impulso sin medida, sin pudor; sin temor me arriesgaría a tus defectos.

Te amaría imperfecto, con todas tus historias y las cicatrices de tu cuerpo; crudo, anómalo, pero encantador.

Te amaría tanto así.

Te amaría mucho y con todo mi amor te haría perfecto.

Loading
Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris. La Avinchuela mágica.
Diseñadora gráfica e ilustradora del instituto departamental de Bellas Artes de Cali, Colombia. Creo y dibujo cuanta cosa se me ocurre y aquí se las dejo esperando que las disfruten.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

La máquina del sí

Grasa

Tanto habían girado ya los engranajes que habían extraviado en su memoria mecánica la posibilidad de operar en otro sentido. Se deslizaban, bien…

Volver arriba