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Con mis manos en la cruz

Hay un siseo cansado que patea con fuerza la tranquilidad del vacío. Mi fe agoniza en sus cenizas grises. Brota el día y resucita mis esperanzas muertas.

Un color destiñe mi boca; ataúd que aguarda mi cuerpo cobrizo. Prefiero la muerte a esta inmensa angustia de vivir tan sola.

Es como un sueño fantasmal, un embrujo doliente. De pronto se hace cargo de mí como un listón muy fino que aferra mis muñecas y me sumerge en una honda adoración ineludible.

Me pongo a llorar. No sé ni a que espanto obedecen mis lágrimas, tal vez a la misericordia de mis labios sin rezos. Soy como un susurro. Hoy vivo con mi puerta entrecerrada, inmersa en la cruz, con la garganta estrujada por un grito.

Y aunque a ratos me asalta el sorpresivo conjuro, arranco de mi alma aquel castigo. El sueño piadoso del abandono desaparece para siempre.

Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris.

La Avinchuela mágica.

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