Llovía, las manos le sudaban, la circulación de su cuerpo la recorría rápidamente. Las palabras no pueden explicar lo que sintió al escuchar el teléfono, contestar y escuchar su voz. Permaneció atónita. La respiración se aceleraba y ella no hacía más que recordar cómo hace unas horas él dio por terminado el amor.
—¿Hola?
Ella prefirió no hablar, controlar sus emociones, en silencio perpetuo. Depurar los sentimientos y dejar volar al corazón con la lluvia.