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De hambre

Que el amor cuando tiene hambre devora, decías. Y debe ser cierto porque te has comido todo y sin masticar siquiera. Sin gota de sangre, saliva, sebo o lágrima, mucho menos orina; es más, ya no digamos nada de mis fermentos vaginales.

La próxima vez, advierto, seré yo quien te deje en los huesos.

 

 

Escritora. Historiadora, periodista por cinco años y diletante profesional.

Antes de cumplir los 30 años decidió probar suerte en toda clase de artes, hasta que encontró su verdadera vocación como catadora amateur de café. Actualmente trabaja en una empacadora de carne en Nueva Zelanda, donde encontró la mejor manera de ganar suficiente plata para pagarse oficios venideros, entre ellos soldadura subacuática y diseño de armaduras.

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