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De hambre

Que el amor cuando tiene hambre devora, decías. Y debe ser cierto porque te has comido todo y sin masticar siquiera. Sin gota de sangre, saliva, sebo o lágrima, mucho menos orina; es más, ya no digamos nada de mis fermentos vaginales.

La próxima vez, advierto, seré yo quien te deje en los huesos.

 

 

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Escritora. Historiadora, periodista por cinco años y diletante profesional. Antes de cumplir los 30 años decidió probar suerte en toda clase de artes, hasta que encontró su verdadera vocación como catadora amateur de café. Actualmente trabaja en una empacadora de carne en Nueva Zelanda, donde encontró la mejor manera de ganar suficiente plata para pagarse oficios venideros, entre ellos soldadura subacuática y diseño de armaduras.
Escritor/Ilustrador. Diseñador gráfico alma vendida, hedonista de bolsillo vacío, activista de la pereza y los vicios solitarios, nacido en tierra de nadie Santiago de Cali, prosperó en la vida alegre y fue criado en modo experimental, casi como un hámster de ritmos tropicales, con la ternura y los dientes necesarios para dar un par de puñaladas de cariño y el justo pelito afelpado de la embriaguez. Cree que el juicio es una trampa, la cerveza es una dicha y el humor confunde al tiempo; cree que el dinero es para los amigos, los genitales para el viento tibio y un vaso de licor con hielos para mantener el equilibrio en cualquier ocasión que valga la pena. Dibuja desde siempre, con disciplina de borracho -tinta y mugre- y nunca termina nada, no sabe de finales ni de principios ni de la ciencia exacta del éxito. Pero sabe caminar por ahí, encontrando compinches que han iluminado las vueltas de su vida, y le escuchan sus teorías de viejo impertinente, iconoclasta y prostático, a cambio del poco tiempo que nos queda. Amén.
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