Noviembre 16 de 2016
Señor Inspector
José Ignacio Rojas.
Al principio, contestaba la llamada, y no escuchaba nada. Sólo silencio. Y entonces colgaba de una. Siempre llamaban a la misma hora, cuando yo ya estaba listo para acostarme y tenía que ir hasta el viejo teléfono alámbrico que estaba en la cocina. Silencio. Colgaba.
Después me di cuenta de que respiraban. A los tres días de gritarle activé el identificador de llamadas. Contesté, respiración, colgué y llamé de vuelta y en efecto levantaban el teléfono, pero lo mismo, respiración. Insulté, hablé, susurré, amenacé, pero nada.
En un punto de desesperación, me quedé callado con el auricular en la oreja, a ver qué pasaba. La respiración empezó a incrementar, a ahondarse, la empecé a sentir femenina en la oreja, casi caliente, y luego empezó un gemido de hembra, de mujer excitada, casi sentía un leve chapoteo por allá abajo.
Hace dos semanas la amplifico con un micrófono que le instalé y la grabo a ver quién es, a ver por qué llama a masturbarse y luego cuelga, todos los días, respira como una mujer hermosa, y yo no hago más que esperar esa llamada porque quiero encontrarla, a toda costa, amo ese orgasmo diario que alguien me otorga, señor inspector, por eso le solicito mediante esta carta, me digan la dirección que corresponde a este número de teléfono: 294 33 23.
Muchas gracias de antemano.
Cordialmente,
Pablo Del Real