La pregunta es si te estoy esperando. Para cuestiones superficiales y siendo práctico, hace rato que me hubiese marchado. Hay tiempo que es impagable y realmente sería un pecado estarlo desperdiciando. Aunque siendo honesto, poseo un doctorado en eso. Al considerarlo un recurso inagotable, no me detengo a atesorarlo como se debe. Tengo la falsa y muy firme creencia de que siempre tendré tiempo para todo.
Espero porque esto no es cualquier cosa. No es como antaño que creía en un dogma sin sentido y desprovisto de toda verdad, un dogma carente de amor y rebosante de dolor. Estaba basado en la perfecta estructura de la mentira y el engaño, en el sutil arte del desprecio y la codicia, estaba maldecido por Lucifer y como trinidad satánica tenía al orgullo, la soberbia y la humillación.
Espero, porque sé que nada puede ser peor que aquello, porque en ese entonces tenía el alma secuestrada y la vida empeñada, los sueños guardados y el deseo inexistente. Caminaba por una senda marcada por la crueldad, una senda que había recorrido ya muchas veces y que me negaba a abandonar por desidia, por miedo, por autocompasión y por cobardía.
Espero porque quiero conocer de nuevo la esperanza, porque ya no hay nada que perder cuando se ha perdido hasta la dignidad. Espero porque merezco un tiempo nuevo, un horizonte distinto, porque ahora entiendo que para amar no hay que destruir, porque he visto en tus ojos el mismo dolor que me consumía, porque conozco el camino que has recorrido y sé que sólo has encontrado soledad y desilusión. Espero porque quiero, porque al final esta espera debe valer para algo, y quiero ver para qué.