Hemos venido a afligirnos.
Cuando el sol florece, cuando no se nubla la vista y todos los arboles sonríen.
A preguntarse por qué las hojas tiernas se caen.
En la noche las viejas estrellas espantan a los grillos.
Pero todo esto es vanidad. No por viejo el árbol no cae por el huracán que nació ayer.
El viejo necio canta sin ser cenzontle y mi pluma lo llena de temor.
Pero mis flores no tienen tiempo ni se pintan de negro.
Espero en la orilla del templo. He venido a afligirme por mis flores.
EY!
No pares, ¡sigue leyendo!