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Figura callada

No la dejes entrar con las tetas tan llenas de vida. ¡Mírale la cara! Esa sonrisa de fertilidad extrema me enferma. ¿No te das cuenta? Ahí está, en esa mirada dulce, la perdición de todos nosotros, la condena de la raza.

No es que la odie, es que hay que contenerla. Su vientre y lo que despierta son peligro. A ella la quiero dentro de los edificios, lapidada tras nuestros miedos y nuestras ideas. Controlada. Así sí: virgen o regenerada, arrepentida de su libertad y de su risa. Inmaculada o reparada según nuestros estándares. Así la quiero.

Que no le pase el tiempo por el cuerpo –marchitémosla por dentro hasta secarla–. Que sea nuestra: su figura, sus gustos, sus maneras de pelear, sus armas y su sentido del humor. La piel del todo de su cuerpo debe ser lisa, desde la cara hasta la vagina. Dócil y quieta, quietecita.

Entonces le daremos una pequeña victoria: podrá elegir sus regalos, pero no las maneras como le llamamos. Le dimos ya el género, el artículo «la». Pero tápale la cara con una tela fina o con maquillaje, déjamela sin poros, que crea que así es hermosa y se deje en nuestras manos.

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Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
Ilustradora. El color es una constante en mi trabajo. Algo tan cotidiano, para mí se transforma en un algo único, ilimitado, sin horizontes visibles, en algo infinito que puede introducirse en un formato simple como el papel. Desde mis emociones más íntimas hasta mis estados de ánimo están contenidos en los trazos, los únicos a los que no puedo mentir ni engañar. De ahí que cada pieza tenga un énfasis particular en cada trazo, en cada mancha, en cada rayón, en cada línea, aunque tengan la apariencia de un accidente. Cada accidente está premeditado. La experimentación con los materiales es otro recurso que uso para destacar detalles. No tengo un tema específico pero me gusta dibujar mujeres y gatos o un híbrido de ambos; la mayoría de las veces dibujo lo que imagino. Todas mis ilustraciones guardan una parte de mí: en ocasiones, secretos e historias no contadas, sueños e invenciones de personajes que no podrían existir en otro lugar más que en mis trazos y mente. Sin embargo, todas están siempre abiertas al público para dar pie a que cada espectador pueda crear su propia historia, sus propios personajes, para que inicien una nueva narrativa. A la edad de 24 años, soy egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas –de la Licenciatura de Diseño y Comunicación Visual– y de la Academia de San Carlos con un Diplomado en Arte Contemporáneo. Actualmente me dedico a la ilustración y la docencia.
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