Han pasado algunos años. Por supuesto, no me es posible recordar la fecha exacta ni mucho menos el día en que sucedió, pero sí el color y las formas de tu pelo chino, su textura como de crayola, los pantalones cortos y tu gran diente frontal.
Tal vez fue durante el mes de junio, pues recuerdo lagartijas sobre el muro, plantas entre las piedras y un zumbido continuo de bichos voladores.
También un avioncito dibujado, las tejas de papel, los gises de colores y la sombra de lo que pensamos era un pterodáctilo.
Recuerdo haber echado a correr, el sonido del pasto seco, ardor en la rodilla, el raspón, un poco de sangre y tu primer beso.
Después de aquello te regalé mis estampitas, te quedaste mis plumones y mi corazón.