Días irrompibles de nimbos neuronales. De soplos en la consciencia. De palabras coaguladas, de extravío, de sobredosis de nada, de invidencia.
Intento abrir los ojos; me rasgo los párpados atados.
Me detengo en su facha roja. Miro su boca de pequeño cocodrilo, sus dientes cuadrados. Me acerco para deshebrar las letras que adornan su torso. Recorro sus piernas, sus pequeñas tetas. Vuelvo a sus fanales borrachos de mañana.
Respiro.
Hiere el filo de la hoja en blanco.
Respiro.
Observo la navaja.