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La rana

Se detuvo junto a la ventana de mi carro sólo para recitarme un poema. Así, sin conocerme siquiera, empezó a hablar sobre una rana que abría las piernas y daba un salto para salir del universo. Esas palabras que no las hizo para mí, durante todos los segundos que estuvo hablando, fueron mías. Un gesto de dulzura que pasa a veces en la ciudad y él sin saber la falta que me hacía. Quise ser la rana y escaparme por la ventana. Brincotear en el aire siguiendo unas palabras prestadas hasta que se terminaran. No había nada más por hacer que bajar el vidrio, escucharlo e irnos, cada uno con su paso a lo que sea que fuera la tarde ese día. Con la escases de amabilidad que cargo encima, la rana saltando a piernas abiertas… Le di las gracias. Obedecí al semáforo y avancé, sin preguntar si él necesitaba alguna cosa, si quería algo a cambio de las palabras. Me fui en deuda con un extraño que se me cruzó en el camino a casa.

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Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.

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No pares, ¡sigue leyendo!

Atonía

Obstáculo

Lo reconocí mucho antes del amanecer. La luna entraba voraz por la ventana, pero no lo iluminaba; lo sentía aunque no pudiera verlo…

Reírse a la cara

Vergüenza

Frente al espejo, todo puede salir mal. Puede, porque hay espacio. Lo respetable del error es verme a la cara. Y ahí, de…

Carta hallada en el domicilio Real Jardín, número 14, Puebla de los Ángeles

Pena

Me apena mucho dirigirme a usted por medio de esta carta, esta declaración que nace de la necesidad de contarle lo que siento. Yo, que poco sé de cómo hablarle a una mujer de su condición, tan elegante y fina pero principalmente tan hermosa. Sé que en el momento en que reciba estas palabras, sentirá que de nada valen los intentos que desde el mes de mayo he realizado para poder platicar con usted. Pensará también que aquella tarde junto al portón de Morelos nada representó para mí y que mi vida ha sido la misma. Y no la culpo, pues mi cobardía de buscar los medios para acercarme a usted muestran indiferencia y no son dignos de un hombre.

Puto

Espíritu

Puto era el nombre con el que lo conocían todos en el barrio, en la escuela e incluso entre sus familiares. No recordaba…

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