«Van ganando uno cero.
»Mira negrito, definitivamente no hay lugar más cómodo en el cuerpo para sostener un cuchillo que entre las nalgas, eso es sabiduría popular glandular universitaria lo que sea, nadie lo pondrá en duda jamás mientras gire este planetica azul porque los sabios antiguos lo pronosticaban a diestra y enhiesta: estás en una situación de calor, la cuchilla afilada del cuchillo, la lámina sensual y alongada se resbalará por entre tus nalgas y fluirá manantialmente flotando en una inercia líquida que jamás llegará a cortarte. Tal vez te depile un poco esos pelos tan remotos e intrincados, pero eso es todo.
»Si es una situación de frío, de helor de huesos, de esos témpanos que te ponen a orinar cada cinco minutos porque se te contrae la verija, entonces el cuchillo se sostendrá como indiferente, jamás abandonará su sitio, como un soldado bueno, como un gélido héroe ruso mantendrá su posición aunque le cueste la vida y la de su pobre familia rusa, y no te cortará porque estará inmóvil en el universo, inerte e invertebrado en medio de los vapores de su anal criogenia.
»Es multifuncional y polipatético, como dijo el profeta.
»¿Quieres que te parta esta piña en pedacitos o te la llevas así en semicírculos?
»Okey, son dos mil pesos… ¡Buen provecho!»