Me enseñaron a escribir y a contar desde los tres años con ayuda de naipes, corcholatas de colores y revistas de ciencia. Mi televisión (de esas grandotas de madera ) no se veía, así que tenía que imaginarme lo que sucedía adentro, ¡oh imaginación! La poesía es como un sol, adentro, único y salvado: respirar de sus manos amigas, como de pájaros azules que se vuelan por el cráneo, pisar el pasto seco y el aroma acuarela de los mercados, decir con sus jaulas las negras olas desnudas que me toman por el brazo; el sol ondula por encima, como un pálido disco blanco enjuagado. Cuando no trabajo en mi laboratorio me gusta salir a caminar mucho y visitar el océano, ¡ah! y los efectos psicodélicos de las guitarras jaguar. Me gustan las puertas viejas y vencidas, los paseos sin sentido y el viento en la cara cuando voy en moto. No me gusta cortarme el cabello.
Ilustrador. De manera que el único remedio, en espera de que llegue el asalto final, es volver la mirada a lo extraordinario, lo único que todavía nos puede salvar. –Walter Benjamin
Axis
Aerolito. Justo a la salida de un cantar ingrato de lentos decibeles amarillos, te vi. Amanita. Ligera casi…
Por Cristian Celis y Ixchel Estrada
Te demoro
Te sigo escribiendo una carta. La guardo cuando me sale un te quiero. La rompo cuando pienso en irme.
Por Ximena Cuenca y Ajo Kano
Si una noche en tu espalda
Érase una vez tu espalda que me nació en el escote de un vestido negro para habitar en los despojos de un paraíso.…
Por Andrés Márquez y Mar Aroko