Veníamos aquí todos muy contentos sin cara, sabiendo que nadie descubriría nuestra alegría porque no tenemos cara. Hace tiempo que la perdimos, ¿sabes? Entre perros, plásticos y bolsas de reciclaje. Todos quisimos hacer algo por el planeta alguna vez… cuando teníamos cara. Ahora solo vamos de lado a lado, porque no hay mucho por hacer. A veces las piernas abiertas sustituyen a la cara, como si la vagina fuera una cara o el pene una cabeza. Bueno, él sí tiene cabeza. Aun así, seguimos sin cara. Andamos en línea recta… ¿o eran triangulares? Queríamos llegar a algún lado. Y nos quedamos aquí haciendo como que vamos, ¿sabes? En realidad ya ni sé si nos movemos. Es esta cosa de la cara. Se hizo importante tener una y la peleamos. Justo cuando lo íbamos a lograr, llegar, hacer, decir, tener, la perdimos. Ni siquiera nos apodan los Sincara. Eso era antes cuando teníamos una. Ahora, sin ella, no tenemos tampoco nombre, ni rumbo, ni cara.
Ruth Brenes
Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
Aquella población
En los pliegues de la montaña se extiende un conjunto de construcciones, ladrillos y baldosas color carbón. Si se recorren sus caminos, sus…
Geografía de la locura
Si se le mira desde arriba –digamos que con mirada de pájaro–, el territorio se antoja próspero, resistente y divertido. Pero una vez…
Pero no
Párpado prófugo, déjame dormir. Sólo me da vueltas en la cabeza. Una y otra vez. Lo mismo. Si hubiera pensado otra cosa. Si…
Mi A.U.
En las tonalidades de la noche se alcanzaban a distinguir los movimientos de su cola. Trataba de llegar a esos pasos que sus…