Allá está la línea de meta, la chica perfecta, el hijo exitoso, la obra publicada, el momento de oro. Ahí está la pista obscura, el camino serpenteante, la escalera resbalosa, el trayecto incierto, el rebelde tiempo. Aquí está el saco de carne, los huesos frágiles, la piel delicada, las extremidades que no vuelven a crecer. Aquí está la mente de proyección infinita, el cerebro farmacéutico, el individuo agnóstico, el títere de batería finita sin fecha de caducidad legible. Aquí está el cuervo enorme de angustia, la anguila negra que se come los intestinos, la antimateria detrás de las costillas. Aquí está la absoluta y eterna certeza de la mortalidad, la inefable naturaleza, el buzón de voz de la parca.
Aquí está el vacío.
Llénalo.