Skip to content

Me acabo de chingar mi último cerillo (o de por qué debí comprar un encendedor)

Prendí un cigarro afuera de esa fiesta que, de no ser por tu presencia, hubiese estado muy jodida.

—–

Fueron más de dos horas mirándote adentro, mientras bailabas y besabas a alguien que te veía más el culo que los ojos.

Logré hacerme tan pequeño como para entrar y ahogarme en el vaso rojo. Pero ahí seguías, bailando al alcance de mis ojos hundidos en ron barato.

—–

Ya era de madrugada.

Pisé el filtro contra la banqueta, y sentí tu voz golpear mi piel.

Oye… ¿tienes luz que me prestes?

Cerré los ojos y antes de contestar pensé: eres un pendejo.

 

Escritor. Hombre bueno, de mal genio. Escribo, leo, vendo, imagino y fumo cosas.

Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Sorprais

Primero fue la imagen

No, no es una iguana. Tampoco boletos. Neh, no son las botitas que vimos en El Chopo, ¡hasta crees! Si ves que ahorita…

El paseo de Poe

Primero fue la imagen

Los cuervos se matan intentando cruzar esa puerta. Detrás de ella está una voz que siempre los atrae. No es como los cantos…

Pensándolo bien, mejor no

Primero fue la imagen

Oí gritos y a una persona toser a mi espalda. Perdí la cabeza; no quería morir ahogado por la multitud. Corrí todo lo…

Volver arriba