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Nieve

«¿Qué te gusta de ese libro?». Lo primero que pensé fue: “que me dejen leerlo”. Lo miré detenidamente. Me gustó. Le sonreí para detener mis rudezas y le hice un espacio a mi lado.

–Me gusta mucho cuando los espíritus de la nieves alzan los brazos –le dije al oído.

–¿Así?

Alzó los brazos fuertes y hermosos.

–¿Sabes para qué los alzan?  –Me acomodé en el hueco de su cuerpo perfectamente desconocido. Estaba tenso. No esperaba este encuentro, no así. Él deseaba la lucha, el coqueteo sutil y las miradas furtivas. No entendía el pobre animal selvático que en la nieve todo es diferente. La muerte está cerca.

–Alzan los brazos para avisar que se acercan. –Metí mi mano helada en su espalda de extranjero, caliente y bella. Él brincó y me miró con placer.

–¿Se acercan? –Sus labios en mi cuello. Me derretía el origen de su tierra al otro lado del mundo.

–Para comer. –Mis labios casi en los suyos.

Su mano rozó mis pezones. Me congelé, era un gran iceberg que arrastró despacio a su habitación, a su cama. Un témpano de hielo que desnudó, que lamió buscando el agua primigenia perdida en los océanos. Encontró una flor de jade, un centro de placer ilimitado del que bebía insaciable.

En estas frías tierras es al amanecer cuando mueren los desprotegidos. Yo le avisé que venía. Yo alcé los brazos para él. Yo lo advertí.

Mientras sale el sol me acerco a sus ríos vírgenes, a sus rincones desérticos para congelarlo despacio.

“Qué bella es la nieve”, dice al final de todo. Mira por la ventana.

Habla de lo que siente caer adentro. Ya no puede irse. Ha perdido la brújula a su tierra meridional. Lo cuidaré. Será en el mar ártico una isla de desiertos y de selvas que siempre, sin importar los tiempos, florecerá.

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Ilustradora. Conejo con disfraz humano; el disfraz se dedica a comer, dormir y cagar. Como actividad extracurricular hace teatro, danza, yoga, escribe y pinta… Pero el conejo Randy sólo tiene dos preocupaciones en la vida: que no se acabe el agua y que no se extingan las abejas. Por lo demás, sabe del apocalipsis venidero y lo toma con la mejor filosofía taoísta: aprender a desaprender, guardar silencio y esperar.
Ilustradora. Silvana Ávila, aka Miss Tutsi Pop, no es una cosa ni una categoría, al parecer es un verbo, un proceso en evolución, una función integral del universo.
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