La sombra, el miedo, el mal se te atribuya,
solícita, poeta, enferma, fría,
manos del bravo y pies del fugitivo.
Que vele o duerma, media vida es tuya;
si velo, te lo pago con el día,
y si duermo, no siento lo que vivo.
Federico García Lorca
Todo pasa de noche, en el tiempo en que no estás.
Las historias de miedo cuentan sus mejores episodios y los animales peligrosos, ocultos tras la sombra de los árboles, esperan el silencio para atacar.
Fantasía asociada al fin de los días, restos de sangre escurriendo por el piso, agua surgiendo a borbotones por las grietas del pozo donde el asesino escondió los restos de la víctima que acaba de matar.
Todo pasa de noche, en el tiempo en que te vas a descansar.
Y cuando abres las páginas del libro viejo, el cielo nublado le grita a SATANÁS por su nombre en letras grandes. Nadie quiere verlo, nadie quiere que se le aparezca, pero ahí está. Jala las cobijas, suspira pesadillas y canta. En una voz muy baja maldice el día en que naciste, te besa la frente y se va.
Así es la noche cuando cae.
A veces romántica y poética, casi siempre maldita y siniestra, pues todo pasa en el momento en que cierras los ojos y empiezas a soñar. La noche siempre larga, siempre atenta, sinónimo de magia, de muerte, de monstruos y maldiciones. Tú eliges cuál de todos velará tu sueño junto a la cama.
Es de noche y todo pasa. No ves, no sientes, no escuchas, no te mueves… Es mejor que no apagues la luz.