Ni siquiera se movía mucho, sólo se quedaba ahí parado viendo el mundo pasar y se estaba quietecito. Lo tuvimos en casa desde que era un huevo de cascarón mitad rojo y mitad blanco. Estaba en las estrellas aviarias que no llegaría a gallo: el pobrecito nació mudo. Pero trataba de serlo, se empecinaba contra su trágico destino como un gran guerrero griego, sus esfuerzos eran de un mutismo épico gigante. Subido en el tejado, el pecho henchido, alas abiertas y plumas alborotadas abría el pico y ahí la ausencia de un canto pasaba desapercibida, como todo su rastro por la tierra. Con el cogote desolado bajaba encarnando la derrota, picoteaba un par de semillas que encontraba a su paso y se escondía a un lado de la carretera, tras una piedra calentada por el sol. A la mañana siguiente, sin saberlo, le esperaba la misma labor. El mismo destino sería repetido una y otra vez. Fue tan fácil darle un empujón esa tarde.
Ruth Brenes
Escritora. Mar de nervios en esta carne contrahecha. Sentir, sentir, sentir. Y de ahí pensar. Y así decir. Y en todo eso vivir. Vivo colgada de la parte baja de la J en la palabra ojalá.
Fuego blanco
Te sientes como abandonado. Te desespera. Te quedas con la sensación de haber dicho todo pero sin darte a entender. Como si hubieras…
Salomónica
Intentó el honesto amor de Octavio, sus zalamerías, sus guiños, sus flores siempre luminosas, hasta sus promesas de rizos ensortijados y manos perpetuamente…
Historia de un amor1
Se2 conocieron3 en París4… qué triste5 fue el regreso6. 1 Esto es un decir. En realidad sólo tuvieron relaciones sexuales un par…
Tejedor de Almas
El Tejedor de Almas era un ángel demasiado alto, poco luminoso, translúcido, de mirada vaga aunque de dedos precisos. No las hacía en…




