Skip to content

Purgación

La garganta me pica, ya no quiero hacerlo pero no hay otra forma. Esto de alargar los dedos para alcanzar la úvula me deja exhausta. Pero hay que ser persistente para llamar al vómito, aun cuando la mano se llene de saliva y las comisuras de los labios se extiendan demasiado.

La masa de comida caliente me sube por el esófago; quema cada vez que la obligo a salir.

Odio escuchar como salpica tras caer al retrete y que mis ojos lagrimean por el esfuerzo; aunque reconozco que luego ya no distingo si es por eso o porque en realidad estoy llorando.

Mamá me ha tocado la puerta del baño con insistencia. Le he gritado que estoy bien, que en un momento salgo. Pero ella me está esperando, puedo ver su sombra por el resquicio de la puerta. En cuanto salga olerá mis dedos para verificar que no haya caído en viejas prácticas, pero tengo mis propios trucos para borrar cualquier rastro.

Miro mi reloj.
Llevo quince minutos aquí encerrada con los brazos recargados en el asiento del inodoro.

Veo entre los restos de comida el reflejo de mi cara y no siento nada; solo me llega el olor a jugo gástrico. Sé que es insano lo que hago pero no puedo más con esta sensación de querer romper el espejo cada vez que me veo en él.

Este cuerpo es ajeno, quiero hacerle daño.
Cada vez que lo miro deseo despedazarlo para tener uno nuevo.

Loading
Escritora. Cafeinómana, observadora, insomne. De ser trapecista caminaría todo el tiempo por las orillas.
Ilustradora. El color es una constante en mi trabajo. Algo tan cotidiano, para mí se transforma en un algo único, ilimitado, sin horizontes visibles, en algo infinito que puede introducirse en un formato simple como el papel. Desde mis emociones más íntimas hasta mis estados de ánimo están contenidos en los trazos, los únicos a los que no puedo mentir ni engañar. De ahí que cada pieza tenga un énfasis particular en cada trazo, en cada mancha, en cada rayón, en cada línea, aunque tengan la apariencia de un accidente. Cada accidente está premeditado. La experimentación con los materiales es otro recurso que uso para destacar detalles. No tengo un tema específico pero me gusta dibujar mujeres y gatos o un híbrido de ambos; la mayoría de las veces dibujo lo que imagino. Todas mis ilustraciones guardan una parte de mí: en ocasiones, secretos e historias no contadas, sueños e invenciones de personajes que no podrían existir en otro lugar más que en mis trazos y mente. Sin embargo, todas están siempre abiertas al público para dar pie a que cada espectador pueda crear su propia historia, sus propios personajes, para que inicien una nueva narrativa. A la edad de 24 años, soy egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas –de la Licenciatura de Diseño y Comunicación Visual– y de la Academia de San Carlos con un Diplomado en Arte Contemporáneo. Actualmente me dedico a la ilustración y la docencia.
Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

From dog to god

Incertidumbre

Cuando se va tu mejor amigo, la soledad invade los rincones marcados de la silenciosa casa. No hay ni quién te cuide, ni…

Volver arriba