Si esperabas resistencia, no la hay. Me usaste de carnada para cumplir con tus caprichos y abusando de mi torpeza me has convertido en un gusarapo.
Ahora es mi deber drenarte completamente y llegar hasta lo más profundo de tu ser; curar tu infección con un apasionado beso mientras bailamos en la oscuridad.
Y al tiempo que nos abrazamos y pretendes huir, yo me aferro a encontrar algo real en este mundo lleno de ti. Pero no abras los ojos, seguramente no te guste lo que ves; los demonios de la verdad se adueñan de las almas sin perdón.
No abras los ojos, toma los míos, por alguna extraña razón he encontrado la felicidad en esta terrible esclavitud.
Ya no sé lo que soy y tampoco sé en dónde estuve mientras no te conocía: basura humana, palabras sin sentido y piel seca que se esparce con el viento.
Puedo soportar tus mentiras, tu tediosa indiferencia. Puedes atarme las manos a tu rutina, puedes tenerlo todo, hasta mi sucio imperio; y es que a pesar de todo, prefiero recoger los pedazos de mi corazón enfermo que quedarme vacía sin esta angustia de tenerte cerca.
Sigo soñando con tus besos y aunque rezo por terminar con el sufrimiento de no poder confiar en tus promesas, cada vez que me persigno y recuerdo que es peor la soledad que el infierno, paso mi mano por la espalda y solo cruzo los dedos… y ya no siento dolor.