1.
Él es sin duda el hombre más bello que he visto. Alto, moreno, cabello negro ondulado, ojos azules que contrastan fuertemente con su piel. La nariz recta de estatua griega. El rostro fino pero con las facciones marcadas. Una quijada fuerte. El cuerpo alargado, de brazos musculosos y un cuello largo como de cisne. El hombre dispuesto a la danza. Su cuerpo capaz de hacer latir mi corazón en una revolución.
2.
Tiene una obsesión con bañarse. Es un pez. Despierto a su lado fascinada. Me acomodo en el hueco de su espalda desnuda. Siento la tersura de su piel, el calor y el sudor. Él me besa, sonríe. Como cada mañana, me toma entre sus brazos, me carga y me lleva a la regadera. Nos bañamos juntos dos o tres veces al día. Dice que con ese hechizo pronto seré sirena.
3.
Lo conocí en el bosque. Un río al que iba nadar seguido. Me sorprendió bajo el árbol, desnuda. Flores. El mundo ese día se llenó de margaritas, nardos, tulipanes.
4.
Como parte de nuestros rituales y de la revelación de los misterios, vamos cada fin de semana a bailar danzón. Acurrucada en su pecho sigo los pasos muy de cerca. No quiero perderme un instante de lo que su calor emana. Una de sus manos reposa segura en la cuna que se crea en mi espalda. A veces con un coqueteo sobrio, que no es propio de su humor, esa mano baja despacio para tocar el principio de mi glúteo. Yo sudo y él se complace con que aun después de los años y sus heridas yo lo ame.