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Sabor a mí

¿Alguna vez has saboreado a una mujer hasta el punto de hacerla creer que únicamente estaría satisfecha consumiendo la lengua que la devoró?

No siempre sabe igual. A veces sabe a sal, a veces a frío, otras a chocolate mezclado con vacío.

Es verdad que conforme avanzan las horas, su carne se va volviendo blanda y jugosa pero también va perdiendo seriedad. Debes encontrar todos y cada uno de sus rincones para descubrir con qué especias está hecha su melena.

Si logras encontrarle el gusto es probable que también encuentres el sabor sublime de sus labios, de sus tripas que se mueven al compás de su corazón. Si logras probarla y saborearla detenidamente llegarás a ese lugar que nunca has conocido y sin pensarlo ella te pedirá que vuelvas por más.

Es casi como viajar lejos, a ese lugar donde tus sentidos no encuentran paz. Hay tantos olores, texturas, pocos colores, más bien tantos caminos que recorrer para hallar sus resguardos.

Una mordida de sus pulmones te llevará al cielo y un trago de bilis derramada sobre tus cuchillos te enseñará que no hay mejor sabor que el de una mujer enamorada.

…¿Y el sombrero? Ahí está guardada la receta perfecta para enamorarla.

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Escritora. Bruja de oficio, cocinera de palabras por accidente. Cambio de color todo el tiempo porque no me gusta el gris, un poco sí el negro, pero nada como un puñado de crayolas para ponerle matiz al papel. A veces escribo porque no sé cómo más decir las cosas, a veces pinto porque no sé como escribir lo que estoy pensando, pero siempre o casi siempre me visto de algún modo especial para despistar al enemigo. Me gusta hablar y aunque no me gusta mucho la gente, siempre encuentro algún modo de pasar bien el tiempo rodeada de toda clase de especies. El trabajo me apasiona, los lápices de madera No. 2 también; conocer lugares me fascina y comer rico me pone muy feliz. Vivo de las palabras, del Internet y de levantarme todas las mañanas para seguir una rutina que espero algún día pueda romper para irme a vivir a la playa, tomar bloody marys con sombrillita y ponerme al sol hasta que me arda la conciencia. Por el momento vivo enamorada y no conozco otro lugar mejor. El latte caliente, una caja de camellos, una coca cola fría por la tarde, si se puede coca cola todo el día, y un beso antes de dormir son mi receta favorita para sonreír cuando incluso el color más brillante se ve gris. La Avinchuela mágica.
Ilustrador. Puede parecer una historia cliché pero desde niño disfrutaba seleccionar cuidadosamente los crayones con los que rellenaría los libros para colorear y procuraba no salirme de la línea ...
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