Cuando comience el fin de esos tres minutos que parecieron eternos, empieza a limpiarte las lágrimas y los mocos. Quítate de la cara los últimos signos de compungimiento. Luego dejarás –casi automáticamente– de dirigir la atención a ti mismo. Destapa tu rostro, ya casi terminan esos tres minutos, seis meses u ocho años. Llora todas las lágrimas lo que puedes llorar, deshazte de ellas. Respira.
FIN
[Al Exmo. Cronopio, por enseñarme
involuntariamente a dejar de lado los motivos]
No pares, ¡sigue leyendo!
Me invitó al camerino. "¿Du yu guana guet jai?", ji sed luego de arremangarse la camisa satinada y negra y de enjuagarse el…
Es cuando la noche se termina de establecer que inicia el zumbido. Es un sonido continuado y bronco que tiene lugar dentro de…
Ya valiste verga y mejor no le juegues, cabrón. Nomás no sienta frío, que ya sabe cómo es. Así, tranquilo, sin panchos. En…
Ella: Juguemos de nuevo, ahora a que suspiramos juntos. Él: Mejor sigamos jugando a que estamos muriendo juntos. Ella: Pero será mejor si…