Skip to content

De pocos amigos

Era de pocos amigos y ahora traía a uno en la cajuela. Se estacionó.

 –Un café muy caliente.

–Hola, muy buenas tardes. Claro, con gusto, ¿de cuál?

–Del que se toma.

–Claro, ¿pero de cuál?, tenemos de todos los que están en el tablero.

 Leyó alguna palabra en voz alta: Express.

–Claro, ¿lo quiere doble o sencillo?

–Normal, quiero un café caliente, ¿crees que puedas ayudarme con eso?

Caminó hacia el final de la barra. Recogió el vaso, leyó lo que la cajera le había escrito: «hombre del saco manchado».

Sin voltear caminó al baño y miró el saco. Una mancha roja en la solapa que delataba todo. Ahora ellas lo sabían.

Salió del baño con el saco en la mano, se volvió a formar y pidió de nuevo un café, pero ahora con una sonrisa y una propina generosa. Se sentó desde donde podía mirar al mostrador. Se dedicó a intercambiar todas las miradas que pudo con las chicas del café, las invitó a cenar. Ambas accedieron a subirse a ese auto de lujo con la promesa de una noche inolvidable.

–Casi no hago amigas, pero ustedes se parecen tanto a mi hermana que no pude evitarlo.

Él era de pocos amigos, pero estaba seguro de que al terminar la noche tendría a tres de ellos en la cajuela del auto.

Loading

Escritor. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Obtuvo el premio José Emilio Pacheco, en el área de poesía, así como la beca Edmundo Valadés para publicaciones independientes, en 2004, 2005 y 2009. Actualmente es editor de la gaceta de literatura y gráfica Literal, y de sus distintas colecciones.

Anterior
Siguiente

No pares, ¡sigue leyendo!

Retroceder

Pena

«Se renta». Detuve mis pasos frente aquel edificio sobre Reforma. Ventanas amplias y, sobre todo, elevador. Luego de saber el bajo costo de…

De vacíos y desencuentros

Humo

No existo. Me he desarmado de adentro hacia afuera, he dejado la piel en esos besos, he sacado las palabras al viento, desgastando…

Volver arriba