Seres aerobios y anaerobios con cara de cíclope y hasta de ninja. Lombrices que se arrastran sobre el limo fértil, ese que como pasajero nunca paga peaje a los ríos. Lluvia y helechos con sus esporas minúsculas vertiéndose sobre la tierra o arrastrados por el viento. Pólenes rojizos que promiscuos sorprenden el candor de las flores risueñas que, de buen humor, abren sus corolas al sol, pero que bajo los rayos de la luna se vuelven tímidas.
Todo es perfecto. Todo en su sitio. Cada quien realizando sus tareas con alegría y sin sentirse indispensable, todos saben que son únicos e insustituibles en la perfecta magia de la naturaleza. Todos siguen las reglas y tienen buena conducta, se valoran y aprecian sin rastro de racismo: les da lo mismo ser autótrofos que heterótrofos, unicelulares o pluricelulares, microscópicos o muy visibles porque, como perfecta sociedad, se complementan en armoniosa simbiosis.