Un chamán fuma una especie de pipa. Volutas pronunciadas y grises salen de ésta. El individuo levita sobre la ciudad. Por la espalda lleva una capa color granate bordada en oro; el capuchón termina en una batuta con la que dirige al viento.
El hombre mantiene los ojos cerrados. En el antebrazo derecho lleva un tatuaje: es un coyote que aúlla con el hocico en dirección al cielo. Su rabo apunta hacia el norte meneándose como una larga llama de fuego.
Le miro de lejos. Sé que es el hechicero del urbe, el líder, el guía ciego. Un brujo que ofrece un rito a sus dioses, a los monstruos imaginarios de su muy particular desierto.